2- EL VALOR DE LA DOCTRINA
2.1. El conocimiento doctrinal proporciona lo
necesario para una exposición autorizada y sistemática de la verdad.
Existe una tendencia, en algunas esferas, no sólo de restar
importancia al valor de la doctrina, sino también de desecharla por anticuada o
inútil. Sin embargo, mientras el hombre piense con respecto a los problemas
relativos a la existencia, comprenderá que necesita una respuesta sistemática y
autorizada para estos problemas. La doctrina será necesaria mientras el hombre
se formule las siguientes preguntas: ¿de dónde vengo? ¿Quién soy? ¿A dónde voy?
Con frecuencia se oye decir lo siguiente: “no importa lo que
uno cree mientras se haga lo correcto”. Esta es una forma de descartar la
doctrina, restándole toda importancia con relación a la vida. Pero toda persona
tiene su teología, lo sepa o no; las acciones y conductas del hombre están
influidas por lo que cree. Por ejemplo, habría mucha diferencia entre el
comportamiento de una tripulación que supiera que su embarcación se dirigía a
un destino definido y otra que se diera cuenta que navegaba a la deriva, sin
derrotero o destinos fijos.
La vida del hombre es un viaje a
la eternidad, y tiene gran importancia el que uno crea que se trata de un viaje
sin destino ni significado, o que uno esté convencido que ha sido planeado por
el creador del hombre, y que tiene como destino el cielo.
2.2. El conocimiento
doctrinal es esencial para el desarrollo completo del carácter cristiano.
Solidas creencias desarrollan un carácter sólido, y así
mismo creencias bien definidas forman también convicciones claras, bien
definidas. Naturalmente que las creencias doctrinales de una persona no
constituyen su religión, de la misma manera que su espina dorsal no es su
personalidad. Pero una sólida espina dorsal es parte necesaria del hombre, como
así también un sistema definido de creencias es una parte esencial del hombre.
Se ha dichos con propiedad que “el hombre no tiene que llevar la espina dorsal
delante de sí, pero debe ser dueño de una espina dorsal y recta, pues de lo
contrario será un creyente flexible y jorobado”.
Un creyente francés de la iglesia unitaria en cierta
oportunidad manifestó lo siguiente: La pureza del corazón y la vida es más
importante que la opinión correcta”. A lo que otro predicador francés respondió:
“La sanidad es más importante que el remedio, pero sin remedio no habría
sanidad”. Indudablemente es más importante vivir la vida cristiana que simplemente
conocer la doctrina cristiana, pero no habría conocimiento experimental
cristiano si no hubiera doctrina cristiana.
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